Así acabó el ciclo de Talleres 2015-2016
15-07-2016
Nuesto último Taller Breve de este curso 2015-2016, "Fe, cultura y ficción literaria. De las obras clásics a Stephen King", estuvo a cargo de Mario Escobar, historiador y conocido escritor en nuestro país. Junto con él, nos lanzamos a un viaje narrativo-literario para descubir cómo la ficción literaria es también un campo de expresión y transmión de la fe cristiana. Y así lo hicimos, pasando una amena revista a algunas de las obras cumbre de la historia literaria mundial.
Para este itinerario, empezamos con una parada técnica en boxes para prestar atención a la percepción que los cristianos hemos tenido de la literatura en general, una actitud que, como decía Mario, se mueve entre el puritanismo y la lascivia (en el sentido de pasión por el porqué, pero no el para qué, la misión). Pero la sociedad ha cambiado mucho y hoy en día damos mucha importancia a los para qué. Así equipados, echamos la vista atrás y nos acercamos al origen de la escritura y a su proyección como materialización para la eternidad, tomando también buena nota de la importancia del desarrollo del papiro, pero sobre todo del pergamino (y el códice) para la expansión del cristianismo. Aquí nos referimos a la Epopeya de Gilgamesh y el Mahjat Barita (India), dos respresentantes de las narraciones de ficción, pasando luego por la poesia latina de Ovidio, las fábulas de Esopo o el Satiricón de Petronio, para, ahora sí, llegar al nacimiento de la "novela" (del italiano novella, "noticia") en la época medieval (Los Cuentos de Canterbury, la novela cortés, etc.) y finalmente a la novela más realista, de la que El Lazarillo de Tormes o El Quijote son expresión, empapadas como están de crítica social.
La novela, decíamos, ha sido además una herramienta para evitar la censura, caso de Robinson Crusoe o de Los viajes de Gullyver, esta última una sátira de su tiempo. Ya en el siglo XIX surgirán las novelas de género. Es ahora que se publicarán también libros de trasfondo deísta de gran crítica contra la iglesia (católica), como por ejemplo El Cándido de Voltaire, y es que en este siglo el ámbito cristiano se retira bastante de la ficción, dejando este campo de divulgación para los deístas. La burguesía hará de mecenas de una novela realista pero con sentido crítico (Madame de Beauvary, Ana Karenina, La Regenta), pero en ella se comenzarán a introducir nuevas filosofías, no con propósito ‘proselitista’, sino como reflejo de la realidad. El matiz pesimista de la novela realista se acenutará a su vez con el ‘naturalismo’, que es un realismo exagerado y escabroso. En este apartado nos encontramos con escritores como Émile Zola o Blasco Ibáñez. Junto con ellos, en la Inglaterra victoriana surgirá la tan conocida novela moralista, de la que las obras de las Hermanas Brontë u Orgullo y Perjuicio, de Jane Austen, son tanto ejemplo como crítica.
El siglo XIX también nos traerá el nacimeinto de la "novela histórica" (El último mohicano) y finalmente de la "ciencia-ficción", de la que las obras de Julio Verne o más tarde G. H. Wells son ejemplo. Y ya en el siglo XX, el género policíaco y la novela intimista, muy influida por el psiconálisis, encontrarán carta de ciudadanía en todo esta panorama, seguidas después por la llamada novela vienesa, de un realismo algo más endulzado (Tomas Mann, La montaña).
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