Resumen del Taller Breve "La enfermedad en la Biblia y la teología cristiana", de Raúl García (16 de febrero)
28-02-2019
Este Taller Breve trató sobre las ideas que se han ido desarrollando acerca de la enfermedad desde que el ser humano fue capaz de reflexionar acerca de su capacidad de enfermar.
Vimos como la enfermedad en la antigüedad quedaba reflejada en restos óseos humanos, restos momificados, esculturas y grabados, y que del estudio de la enfermedad desde esa perspectiva se encarga la Paleopatología.
Basándonos en textos de la Biblia y de las culturas circundantes (Mesopotamia y Egipto) estuvimos considerando cómo se concebía la enfermedad y el origen de la misma: castigo de los dioses por algún pecado, impureza, o falta ritual y, otras veces, indirectamente por retirada de la protección divina, al quedar expuesto a los espíritus malignos.
Vimos también cómo los hebreos, aunque no desarrollaron una medicina científica si tuvieron en cuenta en su legislación la prevención de enfermedades transmisibles como epidemias, enfermedades dermatológicas (lepra) y enfermedades de transmisión sexual. También previnieron enfermedades congénitas al prohibir casarse familiares en primer grado, costumbre muy extendida entre los faraones y que dio origen a malformaciones y enfermedades genéticas en alguno de ellos (Akenatón y Tutankamón) la legislación sobre alimentos puros e impuros era útil asimismo para prevenir intoxicaciones alimentarias.
Fue a partir de los escritos llamados del “Justo sufriente” “Ludlul ben memeqi” (el Job babilónico) y el libro de Job bíblico que vemos un cambio de paradigma en cuanto a la enfermedad. Esta ya no es un castigo divino, sino una característica inherente al ser humano frágil, donde lo más importante es cómo enfrenta el enfermo su enfermedad y que reacciones le suscita: incertidumbre, confusión, angustia, aislamiento, pérdida de estatus social, culpa moral, y, sobre todo, afectaba a su creencia en un Dios enfáticamente justo que premia a los buenos y castiga a los malos, como se creía en la teología de la retribución.
En el Nuevo Testamento se presenta a Jesús como liberador de la enfermedad en sus múltiples aspectos y a la iglesia primitiva como continuadora de su misión salvadora y sanadora desarrollando la “caridad” cristiana hacia el enfermo. Consideramos también la dinámica curativa de la fe del enfermo, como un agente activo en la sanación.
Consideramos, además, el trascendental cambio que supuso para la medicina el pasar de una medicina pretécnica a una medicina técnica por obra de la medicina científica griega que se fundamentaba en: un saber razonado, y una técnica curativa basada en la observación de la naturaleza. Este nuevo concepto de la enfermedad pasó al acervo de conocimientos medievales y renacentistas que han dado origen a la medicina moderna que tiene en cuenta causas naturales para la enfermedad, aunque sin obviar el misterio de la intervención divina.
Por último, vimos como con respecto a la enfermedad y el enfermo aún hoy, existen similitudes con épocas antiguas en cuanto a que persisten incógnitas sobre el origen de algunas enfermedades, como por ejemplo las llamadas enfermedades psicosomáticas y sobre todo hay semejanzas en cuanto a que:
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