Con el sugerente título “Ser cristianos en la sociedad del siglo XXI” Sergio Simino nos guió en el taller breve celebrado en Madrid el pasado 18 de octubre de este 2014. A través de tres estaciones, la “secularización”, la “posmodernidad” y el “fundamentalismo”, nuestro tren de la reflexión, el debate y la participación fluida, transitó para llegar a su destino: la consideración de los valores alternativos del reino de Dios.
La propuesta de Sergio comenzó con la invitación a renunciar al uso de etiquetas que nos impiden un dialogo franco y sincero. Nos pidió abrir nuestras mentes definiendo términos que nos permitan aislarnos de nuestros presupuestos y avanzar así en una comprensión más clara tanto del modelo en el que se conforma nuestra sociedad actual, como del contenido de nuestra propia fe. Nos invitó a utilizar las herramientas que ponen a nuestra disposición las ciencias sociales para ir desgranando cada uno de los bloques que conformarían este taller.
El análisis de la secularización nos llevó un buen rato. Entender en qué consiste el fenómeno y cuáles son sus consecuencias fueron los retos de este bloque. Partiendo de la tesis que postula que una sociedad cada vez más moderna será cada vez menos religiosa, pudimos ver que la secularización no tiene el mismo impacto en nuestra sociedad europea que en la norteamericana. Mientras que en Europa la secularización produce una pérdida de tejido institucional de la iglesias históricas, en Norteamérica, que no disponen de estas estructuras, se vive un proceso de “mecartilización” que provoca la búsqueda de miembros que garanticen la supervivencia de las iglesias. En el primer trabajo en grupo pudimos trabajar si este fenómeno afecta por igual a las instituciones religiosas que a los individuos.
Después de evaluar el impacto de la secularización en las iglesias evangélicas españolas, pasamos a reflexionar sobre el segundo bloque: la posmodernidad. Al definirla somos conscientes de que este concepto sociológico supone un cuestionamiento crítico de la modernidad y de los valores que la definían: confianza ciega en la razón y en la ciencia, una metafísica de la historia y en la creencia en un progreso ilimitado y una idealización de la democracia occidental. Esta superación sociológica de la modernidad nos brinda oportunidades a la vez que nos reta como creyentes y como comunidades cristianas. Es la conclusión del segundo trabajo en grupo. Una sociedad donde la religión pasa al ámbito de lo privado pero que a la vez es considerada consustancial a la naturaleza humana, permite que la espiritualidad se decline ahora en una multitud de facetas que van desde la autoayuda al culto al cuerpo, pasando por la ecología, la salud, la astrología o el fanatismo por el deporte. Tal escenario nos debe llevar a un evangelio que no se disocie de los parámetros de nuestro entorno para no dejar de ser relevantes.
Partiendo del hipermercado religioso de la posmodernidad hacemos zoom en el último bloque analizando el fundamentalismo y, aunque es un fenómeno muy amplio, nos restringimos al que se produce en las iglesias evangélicas. En este ámbito nace como reacción conservadora frente a la teología liberal y otras corrientes teológicas a principios del siglo XX. Sin embargo su evolución hace que pase de una postura teológica a un fenómeno social, caracterizado por un énfasis identitario y exclusivista de determinados grupos o sectores. En gran parte el fundamentalismo es heredero de la modernidad que identifica la verdad con verdad factual y que sostiene un sentido positivista de la historia. Aun así, esta postura cae con facilidad en la disonancia cognitiva cuando bajo estos parámetros nos encontramos con verdades incompatibles, por ejemplo desde el punto de vista científico.
Nuestro taller acaba con el desafío que Sergio nos lanza. ¿Cuál es la actitud que debemos tener con nuestra sociedad? La que encarnó Jesús de Nazaret, haciendo nuestros los valores del Reino de Dios, valores liberadores y restauradores. Proponiendo una sociedad alternativa no sectaria, acogedora de los hombres y mujeres y construyendo una humanidad entregada a la humanidad.
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